Chavela Villamil

El aumento salarial anual en Colombia siempre ha estado
determinado por Índice de Precio al Consumidor (IPC);
bajo esta fórmula en la última década el incremento real
nunca ha superado el 5 por ciento, lo cual exacerba el
déficit del costo de vida.

Desde finales de noviembre se instaló la Mesa de Concertación
Salarial, donde empresarios y trabajadores discuten el
aumento del salario mínimo para el próximo año; a la fecha
no han logrado acordar el monto del incremento, ya que las
propuestas son diametralmente opuestas; los empresarios aunque
no han dicho una cifra concreta, sostienen que no debe ser superior
al 10 por ciento, por su parte la Ministra de Trabajo Gloria Inés
Ramírez afirma que teniendo en cuenta la inflación proyectada y la
baja productividad, el incremento debe oscilar entre el 10 y el 12 por
ciento, mientras que las Centrales Obreras solicitan que el aumento
sea del 18 por ciento.

Las cifras puestas en la Mesa de Concertación muestran que el
aumento salarial nominal oscilaría entre 116.000 y 200.880 pesos;
dada la imposibilidad de concertar lo más probable es que el
aumento sea fijado por decreto y que este sea de 139.200 pesos. De
acuerdo a la inflación actual que oscila en 10,15 por ciento y la poca
probabilidad de que de crezca, ya que enero y febrero son meses
con tendencia inflacionaria; el incremento salarial que proyecta para
el otro año será deficitario y no alcanza a cubrir los incrementos
periódicos, ni permite que miles de hogares solventen sus gastos
básicos, lo que incrementara la pérdida de poder adquisitivo y a su
vez exacerbará el déficit de costo de vida.

El principal problema del salario colombiano es que su incremento
está determinado por la inflación y su cálculo o estipulación no
alberga relación con el costo de vida; según la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), a corte del primer
semestre de este año, los precios de los productos básicos en
promedio aumentaron 29,6 por ciento, mientras el aumento salarial
fue de 16 por ciento, lo que significa un déficit en el costo de vida
de 13,6 por ciento; a esto se debe aunar el incremento en servicios
públicos como la electricidad, el gas natural y propano, la gasolina,
los arriendos, entre otros. Este es el origen de la caída del poder
adquisitivo que, aunque ha venido decreciendo durante las últimas
dos décadas, este año superó los límites históricos impactando con
fuerza el Costo de Vida y decreciendo aún más el poder adquisitivo,
en especial de las capas sociales medias y bajas, cuyo nivel de ingreso
es igual o inferior a dos salarios mínimos.

Es necesario cambiar el paradigma económico y salarial

Según la OCDE los salarios mínimos legales nominales han seguido
el ritmo de la inflación por ende están desequilibrados respecto
al poder adquisitivo, además la proliferación del empleo informal
incrementa la pérdida en la capacidad de compra de las personas
con bajos ingresos; por esta razón esta organización recomienda
continuar tomando medidas que decrezcan la inflación y, a su vez
elevar el salario mínimo y potenciar la negociación colectiva, de esta
forma se incrementaría el poder adquisitivo per cápita [1].

Teniendo en cuenta que el déficit de costo de vida es de 13,6 por
ciento y la inflación es de 10,15 por ciento, para nivelar la economía
de los hogares colombianos, en especial los de las capas sociales
baja y media, el incremento salarial debe ser igual o superior 23,75
por ciento. Una medida de este calado no colapsa la economía, pero
si decrementa el margen de utilidad de las empresas, por lo tanto
de ser aplicada debe salvaguardar las pyme para evitar el desplome
de las microeconomías.

La política económica del país debe estar fundada en favorecer a
todos los colombianos, prioritariamente subsidiar capas bajas
de la sociedad, el sistema actual no genera ni inclusión social ni
sostenibilidad ni mucho menos crecimiento y productividad, por
tanto se requiere un modelo que fomente el desarrollo integral de
la producción nacional, y que a su vez disminuya el Gasto Corriente
(burocracia, Guerra, pago de intereses de la Deuda Externa) e
incremente de manera integral el Gasto Social.

Subsanar la crisis socioeconómica, dinamizar la economía y enfrentar
su colapso requiere incrementar el poder adquisitivo per cápita,
lo cual demanda una política de empleo formal que disminuya el
desempleo y reduzca el subempleo, por lo tanto, se necesita una
Reforma Laboral que centre sus esfuerzos en la formalización del
empleo, la generación de nuevas plazas laborales formales y con
prestaciones de ley; en otras palabras, salir de la crisis económica
demanda generar empleo bien remunerado.