Omaira Sáchica

La crisis ambiental global es una realidad que día a
día aumenta y exige medidas urgentes que mitiguen
los impactos del Cambio Climático; en este contexto la
Conferencia de las Partes (COP) debió jugar un papel
estratégico y para ello debió pasar de los discursos a
medidas estructurales

El pasado martes 12 culminó la COP28 que buscaba que los
Estados adquirieran un mayor compromiso con el Acuerdo
de Paris -busca disminuir la temperatura del planeta-; la
conferencia deja como principal resultado un Acuerdo en el
que se aboga por transitar para “dejar atrás” los combustibles fósiles
y reemplazarlos por las energías renovables [1].

El Acuerdo alcanzado en la COP28 resulta falaz y no resuelve los
problemas ambientales de fondo. El Acuerdo, aunque menciona una
transición para dejar los combustibles fósiles, pero no compromete
a los países con mayor Huella de Carbono a disminuir de manera
inmediata las emisiones de Gases de Efecto Invernadero, una vez
más deja la efímera meta global del ’cero neto’ en 2050; además el
Acuerdo sobre el uso de combustibles fósiles, resulta ambiguo y poco
efectivo en la medida que no define lapsos de tiempo ni compromisos
concretos para dejar de consumir combustibles fósiles.

Pasar de las promesas a los hechos

El gobierno de Petro se ha mostrado abierto al diálogo social y la
transición energética; sin embargo, en su afán por ganar popularidad
y respaldo social ha asumido compromisos que no son posibles
de cumplir dada la estructura institucional actual, y las excesivas
concesiones que históricamente se le han dado a las multinacionales
extractivas y que este gobierno no las depone, sino que las ratifica.

Uno de los principales fenómenos que afectan nuestros biomas y
que no fue resuelto este año, es la deforestación, el Instituto de
Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) en su último
informe reporta un retroceso considerable en la pérdida de bosque,
con mayor incidencia en la Amazonía; Según cifras del Ministerio de
Ambiente en el primer semestre de este año se deforestaron 64.700
hectáreas (Ha), que equivale a un incremento de la deforestación
de 11,2 por ciento [2]; este impacto ambiental genera que se pierda
la conexión ecológica entre biomas estratégicos y otras zonas
fundamentales, lo que tiene repercusiones lesivas para el desarrollo
de los ecosistemas, la disminución de la Huella de Carbono entre
otros.

Otro gran problema ambiental que afrontamos y que sigue sin
ser mitigado es la pérdida de los bosques de niebla (páramos),
donde se produce cerca del 70 por ciento del agua potable que
consumimos los colombianos, estos ecosistemas estratégicos vienen
siendo afectados por operaciones mineras, ganadería extensiva y
deforestación, según el Ministerio de Medio ambiente el 72,3 por
ciento de los páramos tienen afecciones graves; el departamento
de Geografía Física de la Universidad de Estocolmo afirma que, ”en
menos de 20 años los páramos se convertirán en mosaicos, inmensas
extensiones donde habrá parches de frailejones y otros parches
de bosque, la vegetación debajo del páramo empezará a subir y el
ecosistema, tanto a nivel biológico como visual,
se convertirá enotra cosa diferente a la que hoy conocemos. La temperatura se va a
incrementar en todos los países, pero por los impactos del uso del
suelo subirá más en Colombia y Venezuela” [3].

Un nuevo paradigma ambiental

El Cambio Climático que es una consecuencia directa del sistema
capitalista de producción, por lo tanto no puede ser frenado
mientras los Estados no depongan el modelo, y tomen medidas de
preservación de biomas ambientales estratégicos, como la Amazonía
y los bosques de niebla; lo que tiene implícito cambios estructurales
en el Plan Nacional de Desarrollo y el modelo económico, es decir,
que nuestra economía y desarrollo no dependan principalmente de
la expoliación de recursos naturales, y que se instaure una verdadera
política de transición energética que nos permita trascender de los
combustibles fósiles a las energías limpias.otra cosa diferente a la que hoy conocemos. La temperatura se va a
incrementar en todos los países, pero por los impactos del uso del
suelo subirá más en Colombia y Venezuela” [3].

Un nuevo paradigma ambiental

El Cambio Climático que es una consecuencia directa del sistema
capitalista de producción, por lo tanto no puede ser frenado
mientras los Estados no depongan el modelo, y tomen medidas de
preservación de biomas ambientales estratégicos, como la Amazonía
y los bosques de niebla; lo que tiene implícito cambios estructurales
en el Plan Nacional de Desarrollo y el modelo económico, es decir,
que nuestra economía y desarrollo no dependan principalmente de
la expoliación de recursos naturales, y que se instaure una verdadera
política de transición energética que nos permita trascender de los
combustibles fósiles a las energías limpias.

Es inaplazable un cambio de las políticas económicas y una
verdadera política ambiental que salvaguarde el medio ambiente,
un nuevo modelo que se centre en la preservación ambiental como
eje estratégico en armonía con el sistema productivo.
Desde luego este cambio no es fácil, ya que implica reformas
legislativas y buena parte de esta rama del Estado está en poder
de las multinacionales, por lo tanto, no será fácil gestar leyes que
antepongan la reserva natural sobre los intereses de los capitales
privados; por lo tanto, estos cambios exigen la reactivación de las
organizaciones ambientalistas para que dinamicen una lucha social
y popular masiva en torno a la defensa del planeta y la vida.

Es inaplazable un cambio de las políticas económicas y una
verdadera política ambiental que salvaguarde el medio ambiente,
un nuevo modelo que se centre en la preservación ambiental como
eje estratégico en armonía con el sistema productivo.
Desde luego este cambio no es fácil, ya que implica reformas
legislativas y buena parte de esta rama del Estado está en poder
de las multinacionales, por lo tanto, no será fácil gestar leyes que
antepongan la reserva natural sobre los intereses de los capitales
privados; por lo tanto, estos cambios exigen la reactivación de las
organizaciones ambientalistas para que dinamicen una lucha social
y popular masiva en torno a la defensa del planeta y la vida.