Comando Central (COCE)

El nueve de abril fue instituido en Colombia como el Día
de las víctimas, una lucha que los pueblos han dado para
dignificar y fortalecer la memoria de lideresas y líderes
asesinados, de familiares, amigos o vecinos desaparecidos,
de comunidades desplazadas y despojadas de sus tierras.

El 9 de abril de 1948 la élite dominante perpetró el magnicidio
del líder liberal socialista, Jorge Eliécer Gaitán. El nueve de
abril también nos recuerda que los organismos nacionales
encargados de impartir justicia han sido inoperantes ante el
genocidio, y que los organismos internacionales que publicitan la
defensa y protección de los derechos humanos ‘miran hacia otro
lado’, hacen ‘oídos sordos’ frente al actuar genocida del Estado,
militares y paramilitares en Colombia.

En las operaciones perpetradas por paramilitares bajo la complicidad
de los militares, siguen cayendo lideres sindicales, estudiantiles,
comunitarios, populares, dirigentes barriales, campesinos, indígenas
y negros, mujeres lideresas, ambientalistas y lideres de población
diversa. Es un genocidio al pueblo, dirigido principalmente a los
que luchan, resisten y se niegan a ser invisibilizados y lanzados del
territorio; por esto, Colombia sigue siendo uno de los países más
peligrosos para ser líder social y político.

De fondo persisten varios intereses: está la explotación de recursos
por la economía reprimarizada como la minera, la explotación de
hidrocarburos, los mega-proyectos viales, eléctricos, agroindustriales
y de narcotráfico. El saqueo de los bienes comunes sigue siendo el
impulsor del terror y los desplazamientos; el asesinato selectivo,
en el que continúan cayendo los líderes sociales y populares, tiene
también el objetivo de romper y desintegrar el tejido social.

El régimen instauró desde muy temprano en los comienzos del siglo
XX la doctrina contrainsurgente y bajo el concepto de combatir el
comunismo, declaró objetivo militar al liderazgo social y popular,
criminalizando la protesta, el pensar diferente y el derecho
inalienable de organización y lucha de los pueblos. De esto dan
cuenta, la masacre de Las Bananeras en 1928, El Bogotazo de 1948,
los estallidos sociales de los últimos años, que han sido reprimidas a
‘sangre y fuego’, dejando en las calles centenares de manifestantes
asesinados y mutilados, cientos de masacres cometidas en caseríos,
pueblos y regiones, que han quedado despobladas, para que
luego a sus anchas las maquinas del “desarrollo” implanten sus
megaproyectos.

Jorge Eliecer Gaitán el dirigente liberal socialista fue asesinado el
nueve de abril de 1948 en Bogotá, su muerte desató una revuelta
nacional; ese nueve de abril las fuerzas militares del Estado
masacraron a centenares de manifestantes. Gaitán cometió, por lo
menos, dos osadías que incomodaron al régimen colombiano y al
imperio norteamericano: el caudillo liberal conminó a sus colegas
senadores de la república a denunciar y exigir un juicio contra
la United Fruit Company, hoy Chiquita Brands; la multinacional
bananera gringa que dio la orden el 6 de diciembre de 1928, de
acribillar a los trabajadores que reunidos y en huelga le exigían
mejores condiciones laborales.

En su discurso senatorial Gaitán también exigió juicio de
responsabilidad penal a los generales, criminales de lesa humanidad
y demás militares del ejército colombiano que ejecutaron la masacre.
Más adelante, Gaitán, siendo candidato a la Presidencia de la
República, convocó al pueblo a que lo respaldaran en las urnas y en
las calles para confrontar al régimen, en este intento la oligarquía lo
asesinó.

Este nueve de abril el Gobierno de Petro tendrá la oportunidad de
demostrarle a las víctimas de Estado que el Gobierno trabaja por
las garantías de justicia, verdad, reparación y no repetición; se
trata de ‘la verdad toda, verdad todos’ y no del relato manipulado
de las empresas mediáticas, que le lavan la cara sucia al régimen
genocida. Las víctimas siguen exigiendo al Estado que haya juicio y
responsabilidad por el genocidio y que cese la horrible noche de la
impunidad.