Julia del Frente Urbano Nacional

He sido consecuente con mi militancia, en la medida en
que he asumido responsabilidades y al mismo tiempo he
disfrutado de la construcción de pareja, contando con el
respaldo de mi mamá y mi familia, por supuesto también
del ELN.

Cuando yo me incorporé a la guerrilla empecé a entender que
tengo capacidades como persona y como mujer, que puedo
tomar mis propias decisiones, ser autónoma. Yo venía de otra
organización política y conocimos al ELN en unos intercambios
políticos, yo decidí quedarme y aquí me aceptaron; este fue el primer
momento de mi incorporación al ELN.

Lo que me enamoró del ELN fue en primer lugar la fraternidad entre
compañeras y compañeros y lo otro que me mantiene acá es hacer
trabajo social con la gente, la interacción con la comunidad, desde
que comencé a pasar temporadas con el grupo, con los Viejos, pensé
esto me gusta, me enamora… también darme cuenta de que tengo
capacidades y tomar mis propias decisiones.

Cuando estuve como combatiente empezamos con lo normal, lo
rutinario: las caminatas, ranchar, prestar la guardia, hacíamos estudio
todos los días, entonces yo empiezo a conocer más profundamente la
política del ELN y a entender la realidad del país, preguntaba mucho,
a todos, a los compas que venían de afuera, de la ciudad, que han
vivido otras situaciones; ese proceso y esas experiencias uno las va
asimilando.

También aquí encontré pareja y la relación fue positiva, porque aparte
de ser una relación sentimental, también mi compañero me explicaba
cosas de la vida guerrillera, me ayudaba a comprender y me motivaba
a asumir tareas y responsabilidades, desde lo más sencillo y en ese
proceso fue un gran apoyo. Uno siempre busca la pareja para comentar
lo que pasa a diario, entonces con él compartía las situaciones y entre
los dos analizábamos y buscábamos salidas a los retos que representan
las misiones que nos corresponde asumir.

Comencé a entender que la construcción de parejas en el ELN es
importante, no solo como compañía sino para el desarrollo político
dentro de la misma organización. Claro, esto solo es posible con el visto
bueno de los mandos; quienes comprenden las relaciones de pareja
como posibilidad de crecimiento y compañía no solo en lo individual,

en los afectos, las necesidades sino como una manera también de
potenciar las capacidades con el apoyo mutuo. Claro no siempre es
color de rosa y no todas las relaciones son iguales, hay otras que son
tóxicas y entre todos se debe ayudar a regular, pero en mi caso han
sido muy fructíferas, porque con mi pareja vamos reforzándonos,
construyendo y ratificando el compromiso con la lucha y la opción de
vida.

He contado con personas que me han motivado para que me desarrolle
y no me quede siendo la sombra de un hombre. Es en últimas la
búsqueda de construcción de familia dentro del ELN, porque no es
exactamente igual a lo que pasa por fuera, en las familias de donde
uno viene y esto es posible en la medida en que compartimos, nos
podemos ver, sin descuidar las responsabilidades y tareas que cada
uno tiene. Es una batalla, es una lucha cotidiana que vamos dando
primero con nosotros mismos y con las condiciones de la lucha que a
veces son difíciles.

Yo siento que he sido consecuente con mi militancia, en la medida en
que he asumido responsabilidades y al mismo tiempo he disfrutado
de la construcción de pareja y ahora familia con hijos, contando con el
respaldo de mi mamá y mi familia, pero por supuesto también del ELN.
Antes yo pensaba que tener hijos era una limitación, una restricción,
pero cuando ya están ahí, es fundamental el acompañamiento de los
mandos, y el apoyo de los compas. Desde el hecho de entenderlo como
algo natural y que nos vayan guiando, con las políticas y las experiencias
de los otros, por supuesto ha habido miedos, prevenciones, pero hubo
apoyo de mi pareja como tal y como militante también. Esto ha sido
positivo, porque mi compañero y padre de mi hijo se hace cargo y ha
hecho parte fundamental de lo que vamos logrando para seguir con la
vida política y la crianza y cuidado de mis hijos. Echando pa’lante.