Chavela Villamil

El actual modelo económico persigue la sobreproducción
de plusvalía, para acaparar la mayor masa de capital en
un reducido grupo plutocrático, al tiempo que impone un
incremento constante de la brecha de desigualdad social,
a tal punto que hoy es insostenible.

Durante décadas el modelo capitalista ha venido
experimentando una crisis que ha contraído paulatinamente
la economía global, lo que ha conllevado la desaceleración
de la economía mundial, afectando la sostenibilidad fiscal
de los países sin importar si son desarrollados o en desarrollo,
impacto que se siente con mayor fuerza en los países dependientes
del capital extranjero, obligando a decenas de países a incrementar
constantemente su Deuda Externa (DE), por medio de suscribir
constantemente empréstitos con estamentos multilaterales, con
los que sostienen el statu quo y su régimen económico y político,
permitiendo que las potencias económicas injieran en las políticas
económicas de los países deudores.

La retórica del Fondo Monetario Internacional
Recientemente se llevó a cabo el Foro Económico Mundial Especial
en Riad, Arabia Saudí, donde el tema central fue la cooperación
global y el crecimiento inclusivo; en otras palabras, cómo revertir la
disimilitud entre países desarrollados y en desarrollo, al igual que el
contraste entre trabajadores asalariados y a destajo con empresarios
plutócratas.

ristalina Georgieva la Directora del Fondo Monetario Internacional
(FMI), en este Foro planteó la necesidad de implementar medidas
que impulsen la colaboración global y reduzcan la desigualdad
económica, postura contraria a la sostenida hasta ahora por el FMI,
partidario de la defensa de la competencia, la «flexibilidad» laboral y
la «prudencia» fiscal; entonces, ¿estamos ante un cambio de línea en
el FMI? El economista Michael Roberts responde que:

“Estamos en un mundo en el que la rivalidad entre las principales
potencias económicas se está intensificando, con Estados Unidos
imponiendo aranceles comerciales, prohibiciones tecnológicas y
medidas militares contra China, mientras que Europa lucha una
guerra por delegación con Rusia. Las corporaciones, los bancos y los
gobiernos continúan subvencionando la producción de combustibles
fósiles al tiempo que evitan recortes significativos en las emisiones
de Gases de Efecto Invernadero, y los ricos se enriquecen más y los

pobres no pueden salir de pobres. Estamos en una década perdida
no solo para los pobres del mundo, sino también para revertir el
calentamiento global y evitar conflictos geopolíticos” [*].

El aparente cambio de postura del FMI no cambia estructuralmente
su política económica y financiera, esta sigue intacta y en función de
proteger los intereses oligopólicos implícitos en el modelo capitalista
neoliberal; simplemente lo que se busca con esto es generar
inversión redituable que no reversará de ninguna forma la pobreza
multidimensional creciente, tan solo es un placebo que apacigua la
pobreza monetaria, ya que un leve alivio en este indicador da lugar
a decrecer el déficit de poder adquisitivo per cápita, que es el directo
responsable de la desaceleración de los mercados reduciendo
el Producto Interno Bruto (PIB), lo cual puede llevar a los países
deudores a insubsistencias que les impida cumplir con los pasivos
contraídos con el FMI.

La Deuda Externa tiene en vilo nuestra economía
El pésimo manejo de nuestra política económica y financiera durante
las últimas décadas, se basa en el incremento del Gasto Corriente
(burocracia, guerra, pago de intereses de DE), que dentro de sus
primeros pasivos tiene el sostenimiento de unos altos intereses de
la DE al destinar 94,5 billones de pesos a los intereses de esta, (19
por ciento del Presupuesto General de este año), que en últimas solo
se cubre el interés, pero la deuda de capital sigue intacta. Según el
Banco de la República, en el primer trimestre de este año la DE tuvo
un incremento de 11.180 millones de dólares, llevando este pasivo a
los 198.034 millones de dólares, que equivale al 54,1 por ciento del
PIB, desde luego esto asfixia el PIB y limita recursos para cubrir el
creciente déficit de gasto social.

Dar solución a la crisis económica del país implica congelar los
montos destinados a la DE y en el mediano plazo renegociar este
pasivo; además, la política estatal debe desarrollar un plan estricto de
austeridad fiscal, que desde luego debe contemplar la disminución
de la carga burocrática y decrecer el Gasto Corriente.

La reactivación y la solidez solo es posible incrementando el flujo de
capital líquido y mejorando el poder adquisitivo per cápita, lo que
tiene implícito dar solución al desempleo, a la vez que se desarrolla
un plan de formalización del empleo. Por lo tanto, es inaplazable
un cambio estructural de la política económica y laboral, en otras
palabras, se debe incrementar la tributación de las grandes empresas
y de los grandes capitales, generando una política redistributiva que
invierta este dinero en planes de desarrollo sostenible.