Olga Hernández del FGUN

Muchas regiones de la Colombia profunda viven
diariamente el asedio paramilitar, las vicisitudes del
conflicto armado y la orfandad estatal; lo que lleva a que
la guerrilla funja roles de Estado y se encargue de proveer
soluciones para las comunidades.

Vivíamos en una zona sometida por el paramilitarismo, viendo
el sufrimiento de una comunidad que lloraba a sus muertos
cada semana, donde tener aspiraciones era algo prohibido,
donde reinaba el miedo y la angustia de no tener futuro.

En medio de tanta violencia no fue fácil criar a mis hijos, con temor
permanente de que me les hicieran daño por pensar de una manera
diferente, por no cumplir y mucho menos involucrarse con esos
delincuentes.

Durante ese tiempo estuve haciendo unos trabajos en una zona
donde el ELN estaba presente desde unos años atrás, mientras
anduve por esas tierras siempre mantuve el deseo de poder conocer
a alguien que me hablara más a fondo de la revolución y de la lucha
del ELN por conseguir paz en los territorios.

Mi deseo se vio cumplido un medio día nublado y frío, donde el
comandante a cargo de la zona me contactó para que le explicara
acerca de los trabajos que yo estaba realizando, que aunque era
trabajo social, debía conocer el motivo de mi presencia.

Después de tantos años de angustia y de vivir sometidos por los
paramilitares, una tarde de sábado llegó la esperanza para mi pueblo,
el Frente Carlos Germán Velazco Villamizar del ELN se instaló en la
zona, expulsó a los paramilitares y así regresó el aire de tranquilidad
que se había perdido.

Esa tarde sentí mucha alegría y un gran alivio, renacía en mi comunidad
la esperanza de ver a nuestros hijos crecer con tranquilidad de
volver a tener un futuro. Mi cercanía con el ELN seguía fuerte, con
el compromiso siempre de luchar desde la trinchera donde me
encontrara, para no dejar que nuestro territorio regresara a manos
de esos criminales.

Un día mi hija me manifestó su deseo de incorporarse al ELN, no
puedo negar que en ese primer momento sentí temor, el miedo
normal de saber que mi hija saldría de mi lado para conocer otra
familia, pasaron muchas cosas por mi mente, pero en ese instante
supe que había hecho un buen trabajo como madre, que había
guiado a mis hijos por el camino correcto y que ahora todo aquello
se veía reflejado en la decisión de mi hija, esa sensación de orgullo
no la puedo describir con palabras, es algo que se siente en lo más
profundo del pecho.

Después de la incorporación de mi hija, he podido compartir con ella
y puedo ver con tranquilidad el respeto que le dan a las compañeras,
lamentablemente los medios de comunicación se han encargado de
difamar a la guerrilla, acusándola de malos tratos a las mujeres y
violaciones, pero la realidad es muy distinta, aquí se siente respeto,
igualdad y equidad, trato justo para todas las compañeras, la mujer
dentro del ELN está ocupando lugares muy importantes, ganando
espacio con el paso de los días.

Ya para finalizar, solo me resta decir, que en mi hija veo reflejado
mucho de lo que yo quise ser, pero no pude y que si existe otra vida
después de partir a otro plano, estoy segura de que mi vida se la
entregaría a la revolución.