Claudia Julieta Parra

En momentos de crisis económica y disminución
sostenida del Producto Interno Bruto (PIB) procede la
disminución sustancial del Gasto Corriente, y una política
de austeridad fiscal que minimice los gastos suntuarios
y decrezca la nómina estatal.

Hasta el momento la política económica y financiera del
Gobierno de Petro se ha concentrado en incrementar el
Gasto Corriente (burocracia, guerra, pago de intereses de
Deuda Externa-DE); por esto, sorprende el reciente anuncio
del Ministro de Hacienda: “bloquear algunas apropiaciones de
gasto asignado a las entidades públicas que se financian con dinero
del Presupuesto General de la Nación (PGN), que no cuentan con
certificados de disponibilidad presupuestal (CDP)”, esto produciría
un recorte de 20 billones de pesos.

Es de valorar la medida propuesta por el Ministro, sin embargo
resulta insuficiente mientras esta no este acompañada de regular
el margen de endeudamiento y el decremento del Gasto Corriente;
la política de glosa de pasivos (pagar DE, adquiriendo más DE)
incrementa el déficit fiscal y pone en saldos rojos la regla fiscal de
mediano plano y sobre incrementa la cuenta corriente, que en el
primer trimestre llegó a 198.034 millones de dólares, lo que equivale
al 57,3 por ciento del PIB, además este año se destinará el 20,41 por
ciento del presupuesto general al pago de este pasivo, que desde
luego solo permite solventar el pago de intereses, pero la deuda de
capital se mantiene intacta y con tendencia al incremento.

La desaceleración del PIB y el estancamiento de nuestra economía,
prácticamente obliga al Gobierno a disminuir el Gasto Corriente a
la vez que decreta un periodo de austeridad; desde luego esta o
cualquier política económica tendiente a subsanar la crisis económica,
implica a nivel interno congelar el presupuesto destinado a la DE,
y a nivel internacional nos obliga a negociar la refinanciación de
este pasivo que asfixia el PIB y pone en colapso nuestra economía y
sostenibilidad financiera.

Salir de la Recesión Técnica y reactivar nuestra economía implica
una política que genere nuevas plazas laborales y a su vez formalice
el subempleo, además de una política económica integral que
repotencie la industria y la agroindustria para suplir el mercado
interno.