
Anaís serrano
Enclavado en el norte de América del Sur, Guyana es uno de
los países más pequeños de la región y junto a Surinam, Belice
y otras repúblicas insulares del Caribe, es uno de los menos
conocidos, en el que rara vez pensamos cuando hablamos de
Nuestra América.
Su historia es la de un hermoso territorio indígena, lleno
de riquezas minero energéticas y biodiversidad, que
fue sometido al coloniaje español, luego al neerlandés
y el inglés, y hoy, al neocolonialismo estadounidense.
A pesar de que es un territorio habitado mayoritariamente
por indígenas Caribe al momento de las primeras invasiones
europeas, en realidad sus costas son atlánticas. Esclavos
y semi esclavos fueron traídos a Guyana por los europeos,
primero de la madre África y luego de la India, China y Japón,
por eso hoy día la mayor parte de su población es de origen
asiático, y aunque su idioma oficial es el inglés, también
se hablan idiomas indígenas, criollo guyanés, indostánico
caribeño, hindi y hasta chino.
Guyana tiene 750.000 habitantes, en un territorio de
aproximadamente 55.000 kilómetros cuadrados, la parte
occidental del Esequibo tiene aproximadamente 160.000
kilómetros cuadrados, que pertenecen a Venezuela desde la
época de la Gran Colombia, en tiempos del Libertador Simón
Bolívar, zona que pretenden despojar primero los Estados
Unidos y luego el Reino Unido.
El fantasma del colonialismo se resiste a morir
A diferencia de sus vecinos más grandes, Brasil y Venezuela,
Guyana entró a la segunda mitad del siglo XX siendo colonia
inglesa y no fue sino hasta 1966, en que logró su relativa
independencia. Y decimos relativa, porque entre otras cosas,
se mantiene dentro de la llamada Comunidad de ex colonias
británicas (Commonwealth), como muchos otros países del
Caribe. Esta mancomunidad está dirigida por la aristocracia
británica que incluso, aún mantiene al Rey Carlos III como
jefe de Estado en algunos de sus miembros, como Canadá.
Como muchos conflictos limítrofes, el de Venezuela y Guyana
deriva de su pasado colonial. El propio Bolívar lidió con él.
La disputa por supuesto, se agravó con la disolución de la
Gran Colombia ejecutada luego de la muerte del Libertador
por los traidores a su causa.
A finales del siglo XIX las diferencias se agravaron con la
intervención de los Estados Unidos, que en una negociación
amañada entregó este territorio al Reino Unido. En 1966,
poco antes de concretarse la independencia de Guyana,
Venezuela logró demostrar las irregularidades que
invalidan un documento de 1899, lo que permitió la firma
del acuerdo de Ginebra entre Venezuela, Reino Unido y
Guyana Británica, para buscar un acuerdo pacífico de la
controversia fronteriza.
Contrario a lo que se quiere hacer parecer, la lucha por el
territorio Esequibo no se trata simplemente de un diferendo
limítrofe entre dos Estados sudamericanos. La soberanía de
Georgetown ha sido suplantada por el Comando Sur del Ejército
de EEUU y la transnacional petrolera Exxon-Mobil, quienes
han desconocido los Tratados, utilizando al actual presidente
Irfaan Ali, para cerrar las puertas al diálogo directo y la
negociación pacífica, que ha solicitado permanentemente el
gobierno venezolano, además de amenazar permanentemente
con el uso de violencia imperialista. Guyana se ha convertido
en uno de los principales pivotes para atacar política,
económica y militarmente a Venezuela y el reclamo obedece
a intereses imperialistas, antes que a los del país.
Las políticas impuestas por los militares norteamericanos
y las transnacionales al gobierno de Guyana, implican la
ruptura de los Acuerdos sobre la Zona en Reclamación,
para proseguir con la exploración y el saqueo de los bienes
naturales, en un territorio que aún no se ha delimitado,
tanto en la zona continental, como en aguas en controversia,
amenazando también el valioso ecosistema marítimo, fluvial
y amazónico. Así mismo el posicionamiento de nuevas Bases
Militares del Comando Sur del Ejército de EEUU en pleno
Esequibo venezolano, incluyendo una Base Aérea a corta
distancia de la franja más occidental, intentando amedrentar
a sus vecinos venezolanos.
La respuesta de Venezuela a su espacio vital, es presentada
mediaticamente por las grandes corporaciones y por los
instrumentos políticos subordinados a Washington, como una
“violación” del territorio guyanés y una “invasión militar”,
la intención final es justificar la agresión permanente
a Venezuela y justificar la presencia militar de EEUU en
Nuestra América.
Más Bases Militares, más territorio,
más recursos para el saqueo
Bien sabemos en Colombia lo que traen la presencia militar
estadounidense y las transnacionales minero energéticas a
los territorios. En el caso de la Exxon-Mobil su prontuario
de violaciones de derechos humanos, cuenta con demandas
que incluyen tortura, violaciones, tráfico de armas, etc., en
países como Indonesia, Chad y Camerún; también es famosa
por violar derechos laborales, sociales y ambientales de los
países donde ella y sus subsidiarias operan.
Haciendo un recorrido somero por el mundo, está fresco el
accionar de EEUU contra Siria y su petróleo, usando ejércitos
proxys para garantizar esa expoliación. Lo mismo está
ocurriendo en la República Democrática del Congo, donde
las transnacionales financian mercenarios para controlar
las grandes minas de coltan, cobalto, oro y diamantes.
Ese mismo accionar lo pretenden tener en este continente
por medio de grupos paramilitares, contratistas privadas o
las bandas llamadas “trenes” en el caso de Venezuela. Guyana
permite la utilización de su país como Base Militar, las
transnacionales traen sus empresas privadas de seguridad,
que ya han hecho acciones de Falsa Bandera en la franja
limítrofe. A ese paso, sólo es cuestión de tiempo para que se
desaten enfrentamientos militares.
Nuestra América como Zona de Paz
Derrotar la Revolución Bolivariana es parte importante de las
intenciones de la llamada Doctrina Monroe 2.0. Recordemos
que desde el punto de vista político, Venezuela es considerado
un ‘mal ejemplo’ para la región, ya que ha sostenido en
alto su voz en contra de la injerencia norteamericana;
además, contiene en su territorio importantes reservas de
hidrocarburos, metales, oro, piedras preciosas y tierras
raras que interesan al gran capital, y también posee una
gran costa sobre el Caribe y una salida hacia el Atlántico, en
dirección a las costas del África, con lo que las economías
ilegales podrían verse muy beneficiadas en caso de derrotar
al gobierno venezolano. La espada de Bolívar sigue siendo una
“amenaza inusual y extraordinaria” para el imperialismo y
por eso no es exagerado decir que la paz de Venezuela es la
paz de Nuestra América.
La lucha antiimperialista se hace cada vez más imprescindible,
más allá de la retórica, es una necesidad para lograr la
supervivencia humana y la construcción de un futuro
diferente. Los pueblos del continente deben entender la
importancia estratégica de acompañar la defensa de la
Revolución Bolivariana, que siente cada vez más cerca la
amenaza imperialista, y continuar la lucha por la definitiva
descolonización y emancipación de cada rincón de la América
Nuestra.