Editorial 923

LA JUVENTUD Y LOS CAMBIOS DEL PAÍS

La élite dominante aplica una tenaza contra quienes se le
oponen, le da trato de guerra a la protesta social, al tiempo que
persigue y extermina a los líderes sociales, ambientalistas y
defensores de Derechos Humanos. El general estadounidense
Stanley McChrystal, uno de los comandantes de la guerra de la Otan
contra Afganistán, bautizó esta sangrienta e inútil tenaza como la
Matemática Insurgente, pues calculó que por cada civil asesinado
podían aparecer diez insurgentes nuevos, ‘porque cada uno de los
que mataste tiene un hermano, un padre, un hijo y amigos’.

Ni las ejecuciones selectivas como las de Dilan Cruz, ni las masivas que
en septiembre de 2020 realizaron las Fuerzas Armadas en Bogotá,
lograron frenar los tres meses de Estallido Social en 2021, donde la
juventud instaló un Mandato de Cambio que llenó de esperanza a la
mayoría de la sociedad colombiana, a la vez que tendió un manto de
pánico en la élite que se oponen a los cambios democráticos.

Propulsado por este clamor de cambio, en 2022 ganó la presidencia
el gobierno actual, quien ha dicho que no perseguirá a los que buscan
transformaciones del país y dialogará para hallarle soluciones a
los problemas, por esta nueva política fue posible desarrollar la
Mesa de Diálogos de Paz entre el gobierno nacional y el Ejército de
Liberación Nacional (ELN), en la que se firmó el Acuerdo de México,
nuevo modelo de negociación dirigido a pactar transformaciones de
paz, que creen condiciones para que la insurgencia deje de buscar
los cambios por la fuerza y las clases dominantes dejen de oponerse
a ellos por la fuerza.

En quince meses de gobierno de Gustavo Petro sus propuestas
de cambio han recibido múltiples acciones de fuerza, con las que
van impidiendo que cumpla las promesas que hizo; repulsa que
también han descargado contra el Proceso de Paz con el ELN,
acción reaccionaria que promueve el desencanto y la desesperanza,
enfocadas a sembrar en el pueblo la idea que “todo tiempo pasado
fue mejor”. Por fortuna la bandera de los cambios sigue en manos
de la juventud, que traerá un mejor futuro para Colombia.

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