Comando Central (ELN)

Hace parte de la mentalidad colombiana, referirse
despectivamente a las “ías”, para nombrar a los cuatro
entes estatales encargados de controlar a los demás
poderes por supuesto encargo de la sociedad, pero dada
la antidemocracia imperante, no pasan de ser pájaros de
rapiña, como las antiguas Arpías.

El rechazo público crece por la espuria acción del Fiscal Barbosa,
convertido en campeón del matoneo ejercido desde una de
las facciones dominantes en el país, en contra del resto de
facciones, clanes y fuerzas políticas. Tradicionalmente la
Fiscalía General desde que la crearon en 1991, ha sido objeto de
rapiña y compraventa, para una vez logrado este preciado botín,
actuar desde ella para garantizar la impunidad de los imputados
de su facción, mientras persigue al resto de la sociedad; mutación
que es exactamente lo contrario para lo que fue creada, que es para
proteger a las víctimas y los testigos, en cambio compone pruebas a
los imputados. La ruina es tal que nada queda de lo que debe ser: el
ministerio público, de todos, convertido en brazo de un grupito de
privilegiados.

En una situación igual de peor se encuentra la Procuraduría, en manos
del Clan Char, lo que explica el escándalo de los primeros días de
enero, cuando al Expresidente del Congreso de la República, uno de
los Char, imputado de varios delitos, la propia Procuradora Cabello
le abrió la puerta de la cárcel para dejarlo en libertad, actuando
para garantizar la impunidad de su facción, mientras mantiene el
permanente matoneo contra otros sectores políticos; conducta
propia de una mutación similar a la que sufre la Fiscalía General,
dado que la Procuraduría también está hecha para representar a la
sociedad, ejerciendo control sobre los funcionarios públicos.

En igual situación deplorable yacen la Contraloría encargada de
luchar contra la corrupción sistémica que devora los recursos y
bienes públicos, y la Defensoría del Pueblo que debe enfrentar el
genocidio continuado de los sectores populares, a manos de los
diversos brazos armados de las clases dominantes. Lo peor, es que
detrás de todos, como ‘titiritero mayor’ se encuentran distintos entes
de Estados Unidos: el Departamento de Justicia detrás de la Fiscalía
General, el Pentágono detrás de las Fuerzas Militares, el FBI detrás
de la Policía Nacional, el Departamento de Estado detrás del resto.
El desafío es grande: colocar el Estado colombiano al servicio de la
sociedad y de la nación.