COLOMBIA SIGUE “RAJADA”

Sergio Torres
Colombia participó en las pruebas PISA, el Programa
para la Evaluación Internacional de Estudiantes de
la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE), cuyo objetivo es medir la capacidad de
estudiantes de 15 años en la utilización de conocimientos
y habilidades de lectura, matemáticas y ciencias.

La prueba Pisa se realiza cada 3 años, se aplicó en Colombia en
el 2022, participaron de ella 7.804 estudiantes pertenecientes a
instituciones educativas públicas y privadas de diversas zonas
del país. Los resultados fueron publicados el pasado martes 5
de diciembre, donde nuevamente nuestros estudiantes se “rajaron”.

Los indicadores a nivel mundial fueron negativos con relación al 2019,
fueron los peores desde que se hace esta evaluación, la explicación
a este hecho se relaciona con que hayan sido las primeras pruebas
después de la pandemia. Lo cual sirve de excusa para los malos
resultados que siguen teniendo los estudiantes colombianos, pero
no elimina los pésimos indicadores que se mantienen, pues en todas
las pruebas PISA en las que Colombia ha participado desde 2008 los
resultados han sido negativos.

Colombia ‘pierde el año’ en Educación

Similar a lo que ha ocurrido en las anteriores pruebas, Colombia
volvió a obtener resultados por debajo de los promedios de los países
miembros de la OCDE. La continuidad de los malos resultados es
una evidencia clara y concreta de la imperiosa necesidad de cambios
estructurales en la materia de educación. “Más del 50 por ciento de
los estudiantes no alcanzaron las competencias básicas (nivel 2)
esperadas en cada una de las áreas” [*].

Estos resultados pueden ser obvios ante un modelo educativo que
además de obsoleto, no ha tenido ningún interés por parte del viejo
régimen, que por el contrario fomentó la desigualdad, el negocio y
la corrupción dentro del sistema educativo colombiano.

El gobierno prometió una reforma educativa que aún no hace
tramite en el Congreso de la República, ha anunciado que uno de
los elementos que se pretenden es la gratuidad en todos los niveles.
Así mismo, desde el Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026 se han
proyectado “estrategias encaminadas a avanzar en materia de
calidad”. Sin embargo, el tiempo avanza y como en otros menesteres,
los cambios estructurales todavía no se aprecian.

Las grandes desigualdades que se viven en Colombia desde hace
décadas, se reflejan directamente en la realidad educativa, niveles,
intereses y entornos sociales que construyen las dinámicas de
aprendizaje y escolaridad. En tal sentido, si el interés por forjar
una sociedad distinta es genuino, urge una reestructuración y
transformación profunda en todo el modelo educativo, vinculando
comunidad, profesores, academia y administraciones locales,
regionales y nacionales.

Sujetos educativos

El establecimiento y su antiguo régimen ubicó la educación como
un insumo más en el modelo económico, destinando los más bajos
presupuestos y proyectando una formación hecha para obedecer,
memorizar y garantizar mano de obra barata. Un nuevo modelo debe
implentar lógicas para combinar, aprender y desarrollar saberes
transversales en todas las dinámicas de la vida. Esto se implementa
desde los primeros niveles de educación y requiere cambios
sustanciales y profundos en las líneas pedagógicas, que eliminen
la ‘educación bancaria’ por una encaminada a generar capacidades,
pensamiento y lectura crítica.

La niñez y la juventud colombiana es de las mayores consumidoras
de tecnología asociada al mundo digital y virtual, esto que podría ser
una ventaja, no lo es justamente por la ausencia de un entorno social
que potencie la construcción cultural y no solamente el consumo.
La tecnología es un elemento que seguirá siendo vital, el enfoque
tendría que ponerse en el desarrollo. Obviamente, lo primero que
hay que superar es que no se sigan robando (Abudinearse) los
recursos para estos fines.

Otro gran reto para empezar a cimentar un real cambio en la sociedad
colombiana. La educación debe ser el soporte que impulse una
sociedad distinta. Fueron los jóvenes fundamentalmente quienes
impulsaron el Estallido Social de 2021 y con ello el mandato del
gobierno de Gustavo Petro. Son ellos los sujetos de transformación
a quienes debe proyectarse nuevos métodos de enseñanza y
aprendizaje, el modelo tradicional, al igual que el viejo régimen, debe
eliminarse para que podamos responder los profundos y complejos
problemas de nuestra sociedad y del mundo.