Himelda Ascanio

En la misma semana y en un mismo radio geográfico
en Chocó, se expresaron dos formas de su realidad. Por
una parte, la continuidad del viejo régimen que amenaza
y desplaza poblaciones; por otra, la resistencia de las
comunidades que luchan, se organizan y resisten.

Mientras los liderazgos sociales en Chocó viajaban desde sus
territorios para participar del Encuentro del Pacífico Norte,
convocado por el Comité Nacional de la Participación
(CNP) de la Mesa de Diálogos de Paz entre el ELN y el
Gobierno, continuaban las denuncias por desplazamientos de
algunas comunidades indígenas por la llegada de paramilitares a
sus territorios.

Casi de manera simultánea, mientras el 7 y 8 de mayo se realizaba
el encuentro en Quibdó, la capital chocoana, desde el día 5
empezaron las alertas por presencia de paramilitares moviéndose
hacia territorios y resguardos indígenas, desplazando y confinando
a dichas comunidades.

Militares y paramilitares, una alianza que continúa

Desde el 5 de mayo se conoció que un grupo de paramilitares
hacían presencia muy cerca de la carretera nacional que conduce de
Quibdó hacia Pereira, en el municipio de Certegui. Que esto se haga
a plena luz del día y con un despeje de la zona hecho por el Ejército,
no solo permitió su libre tránsito, sino que también confirmó la ya
denunciada y consabida alianza, connivencia y complicidad de las
Fuerzas Militares con los paramilitares.

La libre movilidad del grupo paramilitar les permitió pasar por
entre las cabeceras del rio Quito para llegar a los territorios donde
se encuentran asentadas las comunidades indígenas, María Elvira,
Pared y Parecito, que con la llegada y el hostigamiento de estos
paramilitares, tuvieron que desplazarse y buscar seguridad para sus
vidas.

De esta situación específica se conoce la movilidad de este grupo, se
ha denunciado públicamente que desplazan comunidades entre las
quebradas La Plantina, Cascada, Salero y La Badea. Nuevamente salta
a la vista el accionar conjunto con el Ejército Nacional y la Policía. Las
denuncias sobre el actuar cómplice y en connivencia de la Fuerza de
Tarea Conjunta Titán en el Chocó, están ampliamente documentadas,
van más allá del despeje de vías y ríos para la movilidad, también los
transportan y protegen cuando son atacados por el ELN.

Comunidades que resisten y buscan la paz
Entre el 7 y 8 de mayo se realizó el Encuentro del Pacífico Norte,
en el cual se encontraron representantes de aproximadamente 100
organizaciones sociales. Donde nuevamente pusieron en evidencia
la realidad contradictoria del Chocó: poseer un suelo profundamente
rico y ser la región más pobre y excluida por el Estado colombiano.

La radiografía de esta zona del Pacífico sigue arrojando la imagen
de profundo abandono; las tasas más altas de pobreza, Necesidades
Básicas Insatisfechas y desempleo. Aquí se condensa además otra
realidad perversa del Estado, el desprecio por las comunidades
étnicas. En el Chocó viven la mayoría de Territorios Colectivos de
comunidades negras del país y otro gran número de comunidades y
resguardos indígenas.

Comunidades que a pesar del lastre de la realidad, encaran y
enfatizan en la solución y puesta en marcha de acciones donde se
garantice soberanía alimentaria, garantía de derechos humanos y
reconocimiento del gobierno propio y la protección del ambiente.
El Chocó es uno de los territorios más biodiversos del mundo, esta es
otra de sus grandes riquezas. Sus pobladores y pobladoras lo saben
y por ello plantean planes de manejo ambiental que logren frenar la
arremetida extractivista que contamina y deforesta.

Las comunidades del Pacífico proponen y plantean la defensa de
su territorio, de sus culturas y su vida. Ante un Estado que sigue
negándolos y desplazándolos, la resistencia y la confrontación a ese
modelo y sus expresiones, seguirá marcando el camino hacia las
soluciones de fondo.

Asesinados esta semana

Miguel Ángel Bautista Correa, era un líder comunitario, quien se
desempeñaba como delegado de la Junta de Acción Comunal (JAC)
del barrio 13 de Marzo de Villa del Rosario; fue asesinado el 5 de
mayo de 2024 en Villa del Rosario, Norte de Santander.

Diomira Cifuentes, era una reconocida lideresa campesina,
fundadora de la Asociación de Trabajadores de la Cordillera
(Asocordillera); fue asesinada el 6 de mayo de 2024 en Suárez, Cauca.
Jhon Jarry Vargas Sarabia, era un reconocido líder sindical petrolero
y activista de la Unión Sindical Obrera (USO); fue asesinado el 9 de
mayo de 2024 en Tibú, Norte de Santander.