Dioselina Forero

Es de conocimiento público que el paramilitarismo surgió
de la mano del Estado y por orden directa del Tío Sam, y
que desde sus inicios hasta ahora ha sido completamente
funcional al régimen, a los intereses geopolíticos de los
EEUU y servil al negocio del narcotráfico.

El paramilitarismo siempre ha sido un ‘monstruo en el closet’,
por eso reiteradamente el régimen busca estrategias para
legalizar sus ejércitos privados o paramilitares, el ejemplo más
recordado y emblemático fueron las Cooperativas de Vigilancia
y Seguridad Privada para la Defensa Agraria (CONVIVIR), este ‘caballo
de Troya’ surgió en diciembre de 1994 y fue aprobado por el Gobierno
el 27 de abril de 1995; engendro que fue uno de los núcleos para
la creación de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), quienes
en colusión con las Fuerzas Armadas (FFAA) y la Agencia estatal de
espionaje (DAS), perpetraron el Genocidio de líderes populares y
opositores al régimen, entre 1995 y 2008, crímenes que permanecen
en más de un 80 por ciento en la impunidad.

En paraleló a los diálogos de paz, los terratenientes ganaderos
evidencian sus escuadrones de seguridad privada, denominándolos
Frentes Solidarios de Seguridad Ganadera, con el aval de las FFAA,
para dar seguridad a las zonas rurales, ¿esta luego no es la función
del Ejército y la Policía?

Esta semana el jefe de los grandes ganaderos, José Felix Lafaurie
‘el pacificador’, defendió con ardentía este reencauche del
paramilitarismo, sosteniendo que “este proyecto no tiene relación
con el paramilitarismo, es una iniciativa solidaria para combatir la
inseguridad y generar escenarios de confianza entre los ganaderos”;
este tipo de iniciativas dan origen a la segregación, al sectarismo y
la estigmatización, venenos que avivan el conflicto y estallan en ‘ríos
de sangre’. La verdadera opción es la solución política al conflicto,
que resuelva las causas socioeconómicas y políticas que gestan
el conflicto. Estas nuevas cooperativas, ¿qué respaldo tienen del
Gobierno y sus negociadores de paz?, ¿la política gubernamental de
Paz Total es un ‘caballo de Troya’? Por tanto, como sociedad estamos
obligados a rechazar cualquier conato que avive el paramilitarismo
y a exigirle al Estado la paz con justicia y equidad social.

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